Reseña: The Burning God

Título: The Burning God.
Autor: R. F. Kuang.
Genero: Fantasía.
Saga: The Poppy War #3.
Páginas: 570.
Fecha de publicación: 17 de noviembre de 2020.
Sinopsis: «Luego de salvar la nación de Nikan de los invasores extranjeros, pelear contra la malvada emperatriz Su Daji en una brutal guerra civil, Fang Runin fue traicionada por sus aliados y dada por muerta.
A pesar de las pérdidas, Rin no se dió por vencida por los que sacrificó tanto, las personas de las provincias del sur y en especial de Tikany, la villa que llamó su hogar. Volviendo a sus raíces, Rin engrenta dificiles retos e inesperadas oportunidades. Sus nuevos aliados, la Coalición Sureña, tiene problemas de liderazgo y Rin se da cuenta que la verdadera esperanza de Nikan se encuentra en los millones de personas comunes hambrientas de venganza que la ven como una diosa de la salvación.
Apoyada por las masas y su ejército sureño, Rin usará cada arma que tenga a su disposición para enfrentar a la República del Dragón, los invasores de Hesperia, y todos los que amenacen las artes chamánicas y a sus practicantes. A medida que su poder e influencia crecen, ella deberá ser suficientemente fuerte para resistir la intoxicante voz del Fenix que la incitará a quemar el mundo y a todos sus habitantes.»

“Toma lo que quieras. Te odiaré por eso. Pero te amaré por siempre. No puedo evitar amarte.”

The Poppy War es una de las trilogías más comentadas entre las obras de fantasía recientes, un libro que me vendieron como una historia grimmdark sobre los horrores de la guerra vistos desde el punto de vista de las personas comunes. Una Canción de Hielo y Fuego pero donde no nos enfocamos en los grandes señores y sus juegos de poder, sino en las personas que deben sufrir las consecuencias de esos juegos. Sin embargo la realidad es diferente y The Poppy War está más cerca de una novela sobre la guerra, protagonizada por alguien que tiene poco de común y donde realmente se da poca importancia a «las personas comunes». Para peor, la trama de estos libros empezó a decaer poco a poco hasta llegar al punto más bajo en su tercera y última entrega.

Cuando reseñé el segundo libro, dije claramente que creía que esto debería haber sido un libro autoconclusivo y no una trilogía. Kuang nos presentaba un entorno interesante, con una mitología de dioses, mortales y como los juegos políticos de los diferentes países nos llevaban a un país fantástico inspirado en China pero envuelto en la guerra. El segundo libro vuelve a abrir una herida que se había cerrado sólamente para seguir dando una trama y justificar esa segunda historia, para colmo termina con un cliffhanger que no busca ser otra cosa que un pistoletazo de salida para este tercer y último libro.

En este tercer libro tendremos el enfrentamiento final entre la Colación Sureña de Rin y la República del Dragón en una batalla final por la independencia. Una batalla que podría verse como las provincias más ricas contra las provincias más pobres, sólo que esta vez ambos tienen chamanes luchando a su lado y la habilidad de Rin para convocar al Fénix no será suficiente para ganar esta guerra.

“Oh, pero la historia se mueve en tales círculos viciosos.”

Esta desventaja para el bando de Rin hace que la Coalición deba empezar a utilizar técnicas de guerrilla, empiece a luchar escondiendo sus números y generando diferentes tipos de situaciones en las que Rin deberá confiar en los líderes locales de las tropas que la siguen. Lo curioso de todo esto es que a pesar de que Rin debería estar aprendiendo de las sugerencias de estas personas, nuestra protagonista sigue en sus casillas creyéndose que es una genia de la estrategia y no aprende nada de sus experiencias. Esto es relativamente común en muchos protagonistas de fantasía, pero creo que en el caso de Rin es particularmente notorio por el énfasis que la autora pone en su cambio de rol, sin embargo el personaje nunca se adapta al cambio de estatus que tiene.

Creo que el libro tiene algunos aspectos interesantes como la discusión del colonialismo y sobre cómo Hesperia (que representa a los occidentales) suele ver a las personas de Nikan como sucias, antihigiénicas, incivilizadas y como constantemente están intentando adaptarlos a su religión e implantando su propia cultura. Es muy fácil hacer paralelismos con la vida real y sobre todo cómo fue la relación de las potencias occidentales con China. Sin embargo y por más que esta discusión es interesante, Kuang abre demasiados frentes a la vez en un libro que no se sentía necesario. Un buen ejemplo de esto es como la principal guerra terminó antes de llegar al 80% del libro, por lo que aún hay un quinto de la obra dedicada a enfocar la historia y a tocar un tema que no viene a cuento simplemente por las ansias de la autora de hacer un paralelismo con la historia real de China.

Este tipo de tramas secundarias es uno de los grandes problemas de este libro y no hay un mejor ejemplo que la trama de la Trifecta. Aquí volveremos a hablar de estos poderosísimos personajes y tendremos una parte del libro (por la mitad) donde el principal enfoque será relacionado con ellos y sus poderes místicos. Estos tres personajes fueron importantes a lo largo de toda la trilogía y sus logros fueron legendarios, por lo que una vez que los viéramos en acción deberíamos esperar algo épico. Sin embargo Kuang termina esta trama de la forma más anticlimática posible en medio del libro haciendo que esto quede como algo secundario, lo que es curioso porque estuvo tres libros generando interés por esta parte de la historia.

“Era una diosa. Era un monstruo. Casi destruyó este país. Pero también le dio una última oportunidad de vivir.”

Otro buen ejemplo de inconsistencias viene en el último tramo de la historia. The Dragon Repúblic dejó claro que un grupo de chamanes como la «Cike» era extremadamente difícil de controlar y hacer funcionar y que Rin no estaba dispuesta a hacer pasar la influencia de los dioses por otros cuerpos mortales. Sin embargo el último tercio de este libro trata justamente sobre esto, sobre Rin haciendo un equipo de chamanes para ganar la guerra, lo más curioso de todo esto es que estos no se vuelven locos, no sufren y rápidamente logran adaptarse «porque Rin es buena maestra». Me gusta el sistema de magia y creo que la autora hizo bien en mostrar diferentes tipos de poderes, sin embargo estos nuevos chamanes parecen salidos de un equipo de los X-Men y no de esta trilogía.

Reconozco que buena parte de mi inconformismo con este libro viene de que ya no me había gustado el libro anterior. Creo que la autora empezó a escribir estas secuelas buscando replicar las cosas que funcionaron bien en The Poppy War y eso la obligó a repetir algún punto de la trama de los libros anteriores. Rin sufre por la presencia del dios, Rin prende fuego a todo el mundo, hay escenas de violación o de violencia extrema y hay una batalla final. Quizás si les venía gustando el libro anterior puedan encontrar disfrute en esta segunda entrega, sin embargo en lo personal es un libro que no vale la pena y que sólo leí porque había llegado hasta este punto de la historia y me daba pena dejarla a medias.

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